Crecí rodeada de hombres, sin una figura femenina que me guiara y me enseñara a ser mujer.  Durante años viviendo en un ambiente machista, donde solo el hombre tenía la palabra y el control de las decisiones. 

Ese fue mi gran desierto durante más de una década, era una mujer sumisa, sin opinión, sin valor, con un autoestima por los suelos y llena de inseguridades conmigo misma. 

Le tenia miedo a la propia vida. Una mujer llena de celos, negativa y afectando la vida de todo mi alrededor. Me canse querida amiga de sufrir, de ser ignorada y de vivir sin propósito. 

La vida me dio una segunda oportunidad y comencé pedir ayuda, a tomar cursos, coaching y acercarme a Dios. Este ha sido el proceso más doloroso, pero por el que más me siento agradecida,  ya que encontré mi propósito de vida que es ayudar a mujeres que han pasado por una historia similar y no saben por donde comenzar a salir de ese abismó. 

Decidí convertirme en una mentora de superación personal  y aportar al mundo mi don.